miércoles, 23 de abril de 2014

SEMANA 1: FE

El primer valor de las Mujeres Jóvenes es la Fe.



¿Qué es la Fe? 
La Fe se define como "tener confianza en algo o en alguien" (GEE). Una confianza ciega, con la adición de la esperanza en las cosas que ese algo o alguien pueda hacer por y para nosotros.

En el sentido en que se emplea en las Escrituras y como se nos enseña en el Evangelio, la Fe es "la confianza de una persona en Jesucristo que la lleva a obedecerle" (GEE). Esto quiere decir, una confianza igualmente ciega en Jesucristo que hace crecer en nosotros el deseo de obedecerle y seguir Su ejemplo. 

Además, Alma nos enseña que "la fe no es tener un conocimiento perfecto de las cosas; de modo que si tenéis fe, tenéis esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas" (Alma 32:21). No vemos ni conocemos personalmente a nuestro Padre Celestial ni a Jesucristo, pero desarrollamos confianza en ellos y por ello les obedecemos y demostramos fidelidad a Sus mandamientos y estatutos.

Cuando aprendemos sobre el Evangelio y el Plan de Salvación de nuestro Padre Celestial, sentimos dentro de nosotros un gozo que no tiene explicación inmediata. En nuestro corazón nace un deseo de alcanzar ese gran galardón que resulta de seguir el plan: la Vida Eterna y vivir con nuestro Padre Celestial y Jesucristo en Su hogar celestial. A medida que he podido aprender más del Plan y del Evangelio, he podido concluir que ese gozo y ese deseo de seguir el plan vienen de la esperanza que nos da el Plan, de anhelar tanto recibir ese galardón que creemos y confiamos sin preguntarnos por qué o de quién o de dónde... Simplemente, la Fe en Jesucristo, nuestro Salvador, nace y crece a medida que nuestra obediencia también aumenta.

En el librito del Progreso Personal para las Mujeres Jóvenes dice: "Soy hija de un Padre Celestial que me ama; tengo fe en Su plan eterno, el cual se centra en Jesucristo, mi Salvador". El saber que hubo uno de nuestros hermanos en la vida preterrenal que se ofreció a venir a esta tierra y tomar un cuerpo mortal para sacrificarse por todos nosotros, que después de la caída de Adán y Eva, nacimos en un estado caído sin la posibilidad de salvarnos por nosotros mismos, ese conocimiento nos debe llenar de esperanza y hace que en nuestro corazón nazca un amor y un agradecimiento infinitos por nuestro Padre Celestial y por Jesucristo, quienes nos aman tanto que encontraron el medio para que podamos regresar a Su presencia.

En Predicad Mi Evangelio se nos enseña que la Fe lleva a la acción. Esa acción incluye que nos arrepintamos de nuestros errores, que seamos obedientes a los mandamientos del Señor y que prestemos servicio dedicado a todos los que nos rodean. Además, si tenemos de en Jesucristo, confiamos en Él lo bastante como para seguir Sus mandamientos aun cuando no entendamos completamente la razón de cada uno. La Fe en Jesucristo hace que seamos obedientes y fieles, que busquemos la forma de retribuir ese amor que Él siente por nosotros por medio de nuestra obediencia.

Esa Fe en Jesucristo aumenta cuando lo conocemos mejor y aprendemos Sus enseñanzas por medio del estudio de las Escrituras, la oración constante, el servicio dedicado y la obediencia a las impresiones del Espíritu Santo y a los mandamientos (Predicad Mi Evangelio, página 123). Es por medio de ello que aprendemos sobre Su manera de actuar, Su amor por toda la gente y Sus mandamientos.

Se nos han prometido, en las Escrituras, bendiciones al tener Fe en Jesucristo.
- La salvación viene sólo en el nombre y por medio de Cristo, el Señor omnipotente (Mosíah 3:17)
- Los santos llegan a ser hijos e hijas de Cristo por medio de la Fe (Mosíah 5:1-5)
- El Señor vino para redimir a Su pueblo y si establecemos nuestro fundamento sobre Cristo, el diablo no tendrá poder para derribarnos (Helamán 5:9-12)
- "Yo soy el camino, y la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí" (Juan 14:6)

Dejemos que la Fe guíe nuestro corazón y nos invite a ser obedientes. Todos los profetas nos invitan a seguir a Cristo y confiar en Él, hacer uso de Su sacrificio expiatorio para merecer la Vida Eterna y vivir una vida de fidelidad y obediencia a Sus mandamientos. En las Escrituras encontramos ejemplos perfectos de Fe, no sólo de los profetas de la antigüedad sino también de mujeres ejemplares que vivieron para ser nuestros modelos a seguir: Eva, Rut y Noemí, la reina Ester, Ana la madre de Samuel, María la madre de Jesucristo, Saríah la esposa de Lehi, las madres de los jóvenes del ejército de Helamán, Emma la esposa del profeta José Smith... Estamos llenas de ejemplos y modelos, de pruebas y testimonios de fe que nos invitan a desarrollarla y vivir el Evangelio confiando en el Plan de nuestro Padre Celestial y en el sacrificio de nuestro Salvador Jesucristo. Permitamos que esa Fe obre por nosotros y nos guíe por el camino estrecho y angosto que nos lleva únicamente de vuelta a la presencia de nuestro Padre en Su hogar Celestial.